viernes, 1 de enero de 2016

Construyendo olvido

   La fuga de los condenados a perpetua por el triple crimen de la efedrina me hizo reflexionar un poco. Seamos tontos y digamos "ok, se escaparon de la cárcel". Seamos inocentes y digamos "ok, se tirotearon el otro día con la policía". Seamos estúpidos y digamos "los tienen acorralados en Quilmes".
   Ahora bien, vemos que no están escondidos en cualquier localidad de cualquier distrito de cualquier provincia del país. País del que, si quieren, salen caminando y saludando, incluso sacándose fotos y subiéndolas a la internet. Lo que vemos es que están en Quilmes.
   Quilmes es un distrito de la zona SE del GBA que durante años, gobernó Aníbal Fernández -quien  fuera mencionado y acusado en la ni siquiera polémica entrevista, berretamente (me encanta inventar palabras, jue jue) guionada y montada en la casa de de la entonces mediática Elisa Carrió- y que ahora administra Martiniano Molina (ex jugador de handball, ex cocinero e hijo artístico del Gato Dumas) bajo la palma benvolente de la alianza Cambiemos.
   Flor de lugar eligieron los mostros para esconderse, teniendo en cuenta lo anterrior. La mera asociación de todos los imaginarios populares construidos burda pero exitosamente por los medios hegemónicos como por ejemplo "Quilmes = Aníbal Fernández = droga = escondite narco = bastión peronista que ahora se administra y no se gobierna" no alcanza aún para rebatir la menor suspicacia acerca de la preguntas más obvias que pódemos hacernos: Acaso no pensaron que AF es el mafioso que delataron? Justo en Quilmes se van a esconder?. Vamos, che, no sean malos. Fuimos tontos, inocentes y estúpidos, pero aquí, con este ejemplo de actualidad, empieza lo que quiero explicar.
   Cuando existía el comunismo en la mitad del mundo, los Estados debían de cuidarse mucho. No por el comunismo en sí, sino en que debió ceder ante presiones de sectores populares y el Estado de Beneficio o Benefactor de Keynes (aquí se llamó Peronismo) se aplicó de manera exitosa en la gran parte del mundo occidental. A partir de los 70s, con la crisis del petróleo y la caída del bloque soviético no hubo más a qué temer, ni nada de qué cuidarse. Se pudieron instaurar dictaduras en todo latinoamérica y así el neoliberalismo de ultraderecha entró en nuestras vidas. En la Argentina había mucho agite popular en los 70s, y se eliminó toda o casi toda subversión con secuestros y desapariciones, y disciplinaciones sociales como los despidos y la baja de los salarios entre otras delicias.
  Hoy, con el regreso del neoliberalismo de ultraderecha a la administración del Estado Nacional, encontramos no pocas similitudes, pero lo que más nos llama la atención es la mecánica de aniquilamiento ideológico: no basta con ganar elecciones, sino debe aniquilarse todo gen de izquierda, benefactor, o, al menos, con un mínimo de conciencia social; porque no sólo no hay lugar para lo viejo, sino que hay que destruirlo. Como hacían los faraones, en el Antiguo Egipto. Ya no hacen falta ejércitos en las calles, que están, sino que a través del absoluto poder que tienen los medios de comunicación, con sus repetidores seriales, sociales y populares, se destruye y se sectoriza aún peor que en los 70s. La condena social es implacable desde todos los vértices de la sociedad.
   Entonces, la ecuación es la siguiente: quien se queje, es kirchnerista, y el kirchnerismo, que tuvo en AF a una de sus figuras más importantes y emblemáticas, según la opinión formada por los medios, hizo el desastre fáustico del narcotráfico en la Argentina. Y es AF, el denunciado, quien supuestamente hizo de Quilmes -y también de la Argentina- el paraíso que todo narco necesita para esconderse. Y, como dicen las noticas, los vieron en Quilmes. Por asociación de palabras y no por secuencia científica la cuenta da perfecta. Y se repite, y se repite, y se repite.



http://www.lanacion.com.ar/1858704-tras-una-madrugada-de-furia-los-profugos-continuan-en-libertad